A partir de esta Ciudad (Toluca), no hay confusiones sobre el camino que tomó el Ejército Insurgente por lo cual nos apegamos a lo contemplado en la historia.
Sale de Toluca el día 29 de Octubre hacia Metepec…
“…A la salida de esta ciudad, donde nos quedamos con el padre Balleza, después de haber marchado el ejército empezó la plebe a saquear la casa de un europeo, la que atacada por su
guardia, fue acosada y encerrada en el cementerio de la parroquia, desde donde el citado Balleza empezó a predicar contra los gachupines, diciéndoles que no habían hecho más que quitarles el pan de las manos; pero que pronto serían los indios dueños de todo; que ellos no trabajaban ni se exponían con otras ideas; pero que no por eso debían saquear las fincas ni las casas, cuyos productos se repartirían después con igualdad; que Nuestra Señora de Guadalupe era la protectora de su causa, y que ya que la había comenzado felizmente, con la misma felicidad la concluiría; les tiraba puñados de medios de cuando en cuando, alternándolos con las voces de mueran los gachupines, de suerte que juntó multitud de plebe, y se marchó con su guardia dejándonos a su discreción, pues sólo teníamos una corta compañía de escolta repartida en dos coches, muy distantes uno de otro, y amenazados por los insultos y gritería de ser despedazados.
Allí me tomaron los indios de su cuenta, empeñados en que yo era el general Calleja, y así se me amontonaban, diciéndose unos a otros: mira al descolorido y descalabrado, es el bribón de Calleja; ¡ah, perro! Ahora no te has de escapar, y otras insolencias mucho mayores, que obligaron a la guardia a desengañarlos de que yo no era el que pensaban.
Aquel día nos dirigimos con el ejército, no a Lerma como era regular dirigiéndose a México,
porque decían ellos que el general Trujillo estaba en aquella ciudad, y que había interrumpido el paso rompiendo un puente, y así se dirigieron a Santiago Tianguistengo, saliendo el día inmediato para el Monte de las Cruces, sitio y acción memorable para nuestras tropas y armas, que con otras dos piezas de artillería que hubiesen tenido de su parte, hubieran conseguido la más completa victoria solos 800 hombres contra más de 80.000; es verdad que nos hubiera costado las vidas a los pobres europeos prisioneros; pero nada importaba esto en comparación de la gloria y utilidad que resultaba, en honor de una corta división de soldados valientes, acreedores a los más altos elogios por su valor.
Sí, Señor Excelentísimo: aunque yo no estaba asegurado de la exacta fuerza que tenían
los nuestros, me presumí desde luego, por el conocimiento que tenía de los terrenos, a causa de haber sido el director de aquel camino, que el corto espacio que se defendía no era capaz de mucha guarnición, y aunque la situación local era muy ventajosa, sabiendo a punto fijo que el ejército insurgente pasaba de 80.000 hombres, por más desordenados e indisciplinados que estuviesen, debía tardar poco en decidirse la acción; pero no fue así, porque duró más de seis horas y media, y les costó mucha sangre, confesando ellos mismos que hubieran sido del todo derrotados y rechazados, si hubiesen tenido los nuestros otros dos cañones.
Durante la acción, nos tuvieron a los prisioneros en medio de los cajones de pólvora, para
volarnos en caso necesario, adonde venía con frecuencia el general Balleza a darnos las noticias según las deseaba, anticipando para ello las voces de viva María Santísima de Guadalupe, las cuales repetía yo quitándome el sombrero, y él añadía que mueran los gachupines, y yo le respondía, eso sí no digo yo. En la primera embajada nos dijo, ya murió el virrey; yo no le creí, pero me horrorizaba la expresión; en fin, ya oscurecido, nos pusieron en marcha llevándonos a caballo, y encumbramos el cerro de las Cruces, acompañados de aquella multitud desenfrenada que no cesaba de repetir infamias contra todos nosotros por el destrozo y mortandad que habían sufrido, gloriándose al mismo tiempo de haber muerto a Trujillo, a Mendívil, Rodríguez, Bringas y a otros muchos; dudas que yo no podía desatar y que me llegaban al alma. Íbamos pisando cadáveres, y con la oscuridad se me representaba en cada uno, alguno de mis tiernos amigos, dignos de mejor suerte.
Llegamos a la una de la noche a Cuajimalpa, sin otro alimento que el de un pocillo de chocolate que habíamos tomado al amanecer, habiendo pasado el día más cruel, muertos de necesidad y sin tener la menor cosa con que alimentarnos, ni otro lecho ni abrigo que un mal capote.
Por fortuna, nuestras heridas estaban casi buenas, y pudimos emplear el repuesto de hilas y
vendajes que traíamos, para las curaciones de Medina, Cosío y otros varios soldados nuestros, que supimos estaban heridos.
La mañana siguiente, día de todos Santos, se nos aseguró que el inmediato entraríamos en esa capital, y que para hacerlo de paz iban a enviar de embajador al general Jiménez; yo que conocía al sujeto y sus fanfarronadas insultantes, me reía de la propuesta y más de la elección. A éste le oí decir en Acámbaro con mucha desvergüenza que era menester quitarse ya el rebozo; que ya había llegado el tiempo de la felicidad e independencia, y que ya era menester verificarlo a lo Napoleón, a la capital, a la capital: por estas expresiones vendrá Vuestra Excelencia en conocimiento del carácter del sujeto elegido para embajador, como ellos le llamaban. Llegó el día inmediato, pero no para verificar sus diabólicos proyectos, sino al contrario.
Cuando siempre nos llevaban a la retaguardia del ejército, nos metieron a toda prisa en el
coche, marchando a la vanguardia en retirada, para volver a encumbrar el cerro de las Cruces, y dejando a la retaguardia del ejército todos sus generales y artillería, lo que me hizo creer que temían alguna salida de esa ciudad.
Después nos dijeron que la respuesta de Vuestra Excelencia a Jiménez había sido de
palabra, diciendo que no admitía a nadie Vuestra Excelencia sino de guerra y con las armas; pero según se me explicaron otros más reservadamente, lo que les obligó a la retirada fue la contestación que recibieron de algunos de sus emisarios: lo cierto es que la acción de las Cruces a más de amedrentarlos, les dio de pérdida entre muertos, heridos y desertores más de 20.000 hombres, y que con la retirada que hicieron de Cuajimalpa, se le desertaron otros 20.000 hombres, de suerte que quedó reducido su ejército a 40.000 hombres, y de ellos 15.000 de a caballo, que era la fuerza que tenía cuando la acción de Aculco...” Testimonio del Coronel Diego García Conde (Prisionero del Ejército Insurgente)
METEPEC
Denominación: Metepec
Toponimia
En matlatzinca su nombre es "Nepinta-Tuhi" o "habitantes de la tierra del maíz" y hace alusión a lo que fuera una región de lagos y bosques. En otomí, a Metepec, se le da el nombre de "Ntaguada". Metepec, del náhuatl, significa “en el cerro de los magueyes”.
Glifo
Se compone del dibujo de un cerro y arriba de éste un maguey. La representación gráfica de Metepec fue tomada del Códice de Mendoza, y representa un cerro tepetl, en cuya parte superior se ubica un maguey metl; lo que corresponde a la etimología del nombre. El gentilicio de los habitantes del municipio es el de Metepequenses.
Escudo
El escudo del municipio se forma por un contorno heráldico igual al escudo del Estado de México; en la parte superior y al centro se encuentra un círculo dentro del cual está el escudo nacional que representa a la Patria.
En el lado izquierdo las palabras "Un camino" de abajo hacia arriba. En el lado superior, ángulo izquierdo, "1985". La palabra "Con” en la parte central, y "1987" en el ángulo derecho. En el lado derecho la palabra "Destino" de arriba hacia abajo. En el lado inferior, las palabras "Metepec, Mex.". Se forma así el lema del actual Ayuntamiento "Un camino con destino”. En el centro del campo aparece la figura compuesta y representativa de un sol al estilo de artesanía metepequense.
El arribo de Miguel Hidalgo y Costilla y su ejército causó gran inquietud entre los pueblos del Valle de Toluca, en Metepec, surgieron simpatizantes con el movimiento independentista, que se unieron a dicho ejército. El 28 de octubre de 1810, el cura Miguel Hidalgo, pasó por el pueblo de Metepec, en su ruta hacia Tianguistenco, lugar en el que pernoctó antes de dirigirse al Monte de la Cruces.
MEXICALTZILGO
Denominación: Mexicaltzingo
Toponimia
La palabra Mexicaltzingo es de origen náhuatl cuyas raíces etimológicas son las siguientes: co, lugar; tzin o tzintli, reverencia o diminutivo; cal o calli, casa; mexi, contracción de mexica, del dios Metztli o Mexitli (advocación de Huitzilopochtli), también mexicatl, los mexicanos.
De acuerdo a lo anterior, Mexicaltzingo significa: “el lugar donde habitan los mexicanos distinguidos”, “lugar donde están las casas de los mexicanos”, “la casa pequeña del dios Metztli”. Otras interpretaciones son: “la casa pequeña de los mexicanos” o “México chiquito”.
La primera interpretación de la palabra Mexicaltzingo es la oficialmente aceptada y reconocida por las autoridades estatales y municipales, así como por la población en general del municipio.
Glifo
La representación gráfica de Mexicaltzingo fue tomada del Códice Aubin, el cual representa a un mexica con pelo dibujado con líneas verticales de color café oscuro, al frente lleva un caracol dorado, al perfil se ve un arete circular dorado con dos lí-neas verticales y un tatuaje blanco alrededor del ojo. Este distinguido mexica, o la representación del dios Metztli o Mexitli, va sentado sobre un maguey invertido, también puede ser un topomochtle o totopochtle, hojas de la mazorca del maíz, de color verde amarillento, abiertas hacia abajo o un maguey invertido para corresponder a la etimología del nombre.
El 29 de octubre de 1810, el ejército insurgente, al frente de Hidalgo y Allende, llega a Mexicaltzingo y a Chapultepec.
Llega a Santiago Tianguistenco el día 29 de Octubre, pernoctando en este lugar
SANTIAGO TIANGUISTENCO
Denominación: Tianguistenco
Toponimia
Significa “En la orilla del mercado”. Sus raíces son: Tianquistli “mercado”. Tentli, ten: “labio”; en sentido figurado, “borde”, “orilla de alguna cosa”; y co: sufijo de lugar: “en”, “dentro”.
Glifo
El Bando municipal de Policía y Buen Gobierno de 1998, en su artículo 10, describe al escudo municipal como a continuación se detalla:
Una piedra de forma irregular mostrando una cara más o menos plana en la que, sobre un círculo de fondo amarillo, aparecen nueve huellas de pies de personas diseminadas sin una colocación especial; limita al círculo una franja roja y concéntrica a éste, sigue otra y entre ambas divisiones, dan lugar a siete secciones de color azul observándose en cada una un óvalo de doble línea, rodeado de nueve óvalos menores. En el borde derecho de la piedra, en una saliente a media altura, se advierten los labios humanos color rojo. La piedra presenta tres cuarteaduras, la menor a partir de la parte alta del círculo amarillo y las otras dos en la parte baja del mismo círculo hasta la base y pasando respectivamente en las dos secciones contiguas de la parte baja.
La madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810 descubierta la conspiración de Querétaro, el párroco de la congregación de Dolores, de la Intendencia de Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla con los capitanes Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo y otros seguidores decidieron lanzarse a la lucha armada para buscar la Independencia de la América Septentrional del dominio español.
En Santiago pernoctaron los jefes y las tropas insurgentes. A las primeras horas del día 30, Miguel Hidalgo pasó revista a su ejército y le arengó a continuar la jornada por la patria.
1810 - Pasa y pernocta en el entonces pueblo de Santiago Tianguistenco el Ejército Insurgente Comandado por Miguel Hidalgo, saliendo de Tianguistenco, con rumbo al cerro de las cruces donde combatirían con valor saliendo triunfantes.
XALATLACO
Denominación: Xalatlaco
Toponimia
Xalatlaco proviene del náhuatl Xalatlauhco: xal, de xalli, "arena"; atlauh, de atlauhtli, "barranca". En este término se encuentra implícita la palabra atl, que significa "agua"; co, "en", sobre, "lugar de". “En la barranca de "agua" y arena”, “Lugar de agua sobre la arena en la barranca”.
En el centro de la población existe una barranca (hoy urbanizada), donde existen varios manantiales donde a simple vista se aprecia la emanación del agua sobre la arena. Este fenómeno maravilloso de la naturaleza la interpreta el Códice Ozuna.
Glifo
Desde el inicio de la Independencia encabezada por el padre de la patria Don Miguel Hidalgo, en el pueblo de Dolores, éste emprende recorridos por el territorio mexicano enarbolando la bandera de la libertad... Del pueblo de Dolores se traslada a San Miguel el Grande, Guanajuato... Ixtlahuaca, Toluca, Tianguistenco, Xalatlaco y de aquí al Monte de las Cruces. Este recorrido de luchas armadas se conoce en la historia, como “La ruta de Hidalgo”.
1810 | El 30 de octubre, pasa por Xalatlaco el padre Hidalgo rumbo al Monte de las Cruces. |
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